¿Hay diferencia entre sacarse un brazo y cambiar de idioma? ¿Qué distingue a un cuento de un cuerpo? Sabemos qué día es porque la maestra vuelve a escribirlo arriba y a la derecha del pizarrón, lo dice despacio. Mientras, nosotros vivimos esa vida sin adjetivos ni progresiones que nos propone Sea. Porque este libro despliega, levanta e instala un mundo propio. Poblado de recuerdos, imágenes salvadoras del amor, fantasías de la carne, sueños, misterio, lenguaje y silencio. Carolina Silveira le da vida a un cuerpo que nos cautiva, nos engulle, nos interpela. Y lo hace con una originalidad auténtica, con una libertad suprema, sin ataduras que la sujeten a un género, una forma, una norma. Sea es esa máquina que funciona siguiendo las reglas que crea y recrea en cada texto. Ese cuerpo que engendra a su lector, lo envuelve, lo seduce, a veces lo arrulla, otras lo golpea, pero nunca lo suelta. Este libro es tanto un mapa como una forma de perderse, un camino que va y viene entre lo que se sabe y lo que no. La confianza en un extravío que nos deje a la vez libres y desprotegidos. Esa planta que sigue creciendo adentro nuestro hasta ocupar todo el espacio. Estamos ante una escritura que de tan genuina resulta inclasificable. Una escritura que reconoce que escribir es otra forma de no servir para nada pero que continuamente nos recuerda que está desnuda, frente al espejo y con una lapicera en la mano. El mundo de las letras uruguayas tiene en esta autora más que una promesa, una voz que viene a alterar definitivamente el orden de las cosas. Que así sea.