Emma Goldman, la mujer más peligrosa del mundo, siempre comprendió, incluso en contra de
sus propios compañeros, que el proyecto de una sociedad anarquista iba de la mano de la emancipación de la mujer y fue una de las primeras en luchar por la autonomía de la mujer sobre su
propio cuerpo y vida (el control de natalidad, la moral, la doble jornada laboral, etc).
Libertaria y feminista, peleará por sacar «los temas de la mujer» del ámbito privado para ponerlos en la arena de lo político; y discutirá con el feminismo de la época por sufragista, porque
busca simplemente integrarse en esta sociedad sin intentar modificarla.