Este libro colectivo agrupa algunas de las participaciones con las que contamos en el II Curso de Novos Feminismos: O traballo sexual desde unha perspectiva de xénero, no tempo da emerxencia da industria do sexo los días 7, 8 y 9 de septiembre de 2011, organizado por el Área de Derecho penal de la Facultad de Derecho de la Universidade da Coruña, gracias al apoyo de la Oficina para a Igualdade de Xénero de la misma Universidad y de la Deputación da Coruña.
Desde hace ya varios años, las y los investigadores que formamos parte del Área de Derecho Penal de la Universidade da Coruña nos dedicamos a llevar a cabo una reflexión crítica sobre los efectos derivados de la incorporación de la categoría de género al Código penal y a las decisiones de política criminal. En este sentido, gran parte de las investigaciones que desarrollamos han estado relacionadas con la violencia en el ámbito doméstico y familiar, lo que dio lugar a la publicación de monografías, a la coordinación de libros colectivos y a varios artículos de investigación en revistas 1.
De acuerdo con esta trayectoria académica y con la creciente actualidad que han ido adquiriendo en un primer momento la prostitución y recientemente la trata de mujeres con fines de explotación sexual, tomamos la decisión de organizar un Curso de Verano que ya contaba con una edición anterior y cuyo eje organizador son los nuevos feminismos. El objetivo de ambos Cursos estuvo dirigido a introducir al debate dogmático y político criminal otras herramientas, en su mayoría provenientes de otros saberes y de la militancia política feminista. A modo de conclusión provisional del Curso, que ha contado con asistentes de Universidades españolas y europeas, se puede afirmar que tanto la prostitución como la trata de mujeres han sido construidas desde una perspectiva de género que parte de la construcción de la mujer víctima en el ámbito de la sexualidad. Esta perspectiva es deudora de los primeros discursos sobre el lugar que debía ocupar la mujer en el ámbito político. Este tema, si bien ha cobrado mayor actualidad en los últimos años, se reproduce en términos muy similares a los de finales del siglo XIX.
Tal como señala Dolores Juliano en este libro las primeras feministas construyeron los discursos para reivindicar el derecho al voto femenino de forma que pudieran ser escuchados. El tono que debieron ejecutar por aquellos días ponía el acento en el carácter moral de la mujer. De esta forma, el ingreso de la mujer al escenario político se produce desde una cualidad intrínseca en la mujer de ser una buena madre, una buena esposa y ser el soporte en el ámbito privado de la custodia de los valores burgueses de la época. En este contexto surge el movimiento abolicionista según el cual la prostitución consistía en la subordinación de la mujer a los deseos masculinos, afirmación en la cual resultó muy útil la instrumentalización del anterior discurso para la abolición de la esclavitud en los Estados modernos. Con todo, se produjo el rechazo a los regímenes de reglamentación de la prostitución en varios países europeos y también en Estados Unidos por dos circunstancias que estaban entrelazadas y se reforzaban mutuamente: por un lado, porque el reglamen¬tarismo se consideró como una herramienta de normalización de una actividad cuyo núcleo era la explotación sexual de las mujeres y, por otro lado, las migraciones femeninas de fin de siglo XIX y comienzos del XX.
En este contexto se produce la emergencia de la trata de blancas, término acuñado en el ámbito internacional para controlar las migraciones femeninas que emprendían un trayecto migratorio para dedicarse, en la mayoría de los casos de forma voluntaria, al ejercicio de la prostitución. El abolicionismo antes y ahora parte de que la prostitución nunca puede ejercerse de forma voluntaria y por lo tanto siempre es constitutiva de violencia de género. Con esta premisa, también se diseñan las medidas en el Estado español sobre la prostitución y la trata de mujeres con fines de explotación sexual, tal como señalan los trabajos de Agustina Iglesias y de Cristina Garaizábal.
Sin embargo, frente a este discurso feminista que se ha adueñado del debate sobre el trabajo sexual y lo que debe entenderse por explotación sexual, se pueden oponer la realidad y la evolución de los estudios sobre las mujeres en los últimos años, que se han orientado a analizar lo que consideraron como las «ficciones» del género. Esta crítica que podríamos denominar postfeminista se dirige hacia las representaciones normativas de «lo femenino» y a la categoría de género en sí misma. Entre las autoras de esta corriente se pueden citar a Teresa de Laurentis o Judith Butler, quienes afirman que el feminismo se constituye como un discurso que describe lo que es la mujer y lo que es lo femenino; es decir, estos discursos señalan la incapacidad que tuvo el feminismo de lograr su fin emancipatorio. La incorporación del género como elemento central de la segunda ola del feminismo planteó el problema de la desigualdad de la mujer y de las necesidades particulares de ésta a partir de un modelo de mujer liso, homogéneo, es decir, el paradigma de lucha y el sujeto político que enunciaba las reivindicaciones era una mujer, blanca y de clase media. Frente a esta perspectiva han surgido otras voces que desde la construcción de un discurso y una acción política más autónoma desarticularon a esa mujer que se arrogaba la representación de todas las mujeres. Se abandona de esta manera el ideal representativo y comienzan a escucharse las voces de otras mujeres: lesbianas, mujeres de color, las no-occidentales, que hicieron más complejo el debate sobre el género y el papel de las mujeres a partir de la incorporación de otros elementos que también intervenían en la conformación de otras subjetividades y formas de resistencia. Ya en los años 90 a través de lo que se define como las prácticas queer se abandona por un lado la categoría de género y. de otro lado, se empieza a hablar de «las mujeres» como una categoría y una identidad que no puede ser enteramente definida o normativizada; se trata, por el contrario, de un proceso de construcción de subjetividad de carácter mutable y de oposición a la norma.
Con esta breve introducción pretendíamos explicar muy someramente el por qué de la elección de «los nuevos feminismos» para abordar un tema de candente actualidad como es el trabajo sexual y la industria del sexo en continua expansión. En particular la ampliación de la perspectiva propuesta tiene por finalidad incorporar a los análisis penales nuevas perspectivas político-epistemológicas. De esta manera, para llevar a cabo un análisis de las políticas en materia de prostitución y de trata con fines de explotación sexual puestas en marcha en el Estado español y a nivel global también, hemos decidido abandonar la idea de la «mujer» como el sujeto político de este movimiento, para ser retomado desde la multiplicidad de subjetividades que destruyen un sujeto homogéneo y liso, entre ellas las mujeres migrantes y las trabajadoras del sexo, tal como exponen los trabajos de López Riopedre y Alberto Daunis.
La multiplicidad de factores que entran a jugar en el plano de la identidad mujer, convierten a ésta en un espacio en continuo movimiento, en un proceso que no está cerrado ni clausurado a nuevos devenires y formas políticas de subjetividad. La finalidad evidente de este planteamiento es poder llevar a cabo análisis de la realidad, en concreto, del trabajo sexual y de la industria del sexo y los efectos de la implementación de las políticas para luchar contra la trata de mujeres con fines de explotación sexual, tal como explica el completo estudio de Carolina Villacampa a través de la evaluación de los modelos impuestos en distintos países.
En este sentido, las medidas que se han ido adoptando en el ámbito de la lucha contra la trata continúan negando la libertad sexual de las mujeres para optar por el trabajo sexual, lo cual produce, sobre todo en el caso de las mujeres migrantes irregulares, espacios de indefensión y estigmatización que provienen de una sanción por la violación, no tanto de las leyes de extranjería, sino por la violación de las normas de género a través de su sexualidad no controlada. Actualmente, la prostitución continúa relegada en un espacio de alegalidad, donde se producen discriminaciones, violación de derechos humanos y se fomenta la explotación tal como nos explica Mónica Platek en el caso de las mujeres migrantes polacas y ucranianas.
En efecto, la propuesta de este libro es presentar un debate en el cual se expresan distintos puntos de vista y distintas experiencias sobre los efectos que se producen en el ámbito de la prostitución y de la trata. En este sentido, la opción por el término trabajo sexual que figura en el título del libro da cuenta de la necesidad de que el ordenamiento jurídico, tanto a nivel de Código Penal como en el ámbito de las ordenanzas y planes destinados a la prostitución en las Comunidades Autónomas, discriminen entre realidades distintas; la viabilidad de ello depende de que se escuche la voz de sus protagonistas, tal como propone Nanina Santos. De manera tal vez muy ambiciosa, este debate pretende que en el ámbito de las políticas públicas se abandone la pulsión de convertir la protección de los derechos humanos de las mujeres siempre en clave de victimización y se adopten medidas respetuosas de la dignidad y de la libertad.
Para finalizar, esperamos que este libro aporte nuevos elementos para continuar con el debate que merecen estas cuestiones, no sólo debido a los efectos perversos de la implementación de las políticas para la protección la libertad sexual y la dignidad de las mujeres, sino sobre todo, para que las medidas puedan comprehender la pluralidad de situaciones y contextos en las que se produce la explotación sexual.