En contra de lo que continúan defendiendo los pueblos originarios, pensamos que las personas pueden vivir por encima de los límites de la naturaleza y al margen de la vulnerabilidad que comporta tener cuerpos contingentes y finitos. No nos sentimos parte de esa compleja trama de la vida [
] La inmanencia y vulnerabilidad de cada individuo y la existencia de límites físicos han podido ser temporalmente ignoradas gracias a que los bienes y ciclos naturales, otros territorios, otras especies, las mujeres y otros pueblos sometidos han soportado las consecuencias ecológicas, sociales y cotidianas de estas vidas falsamente ajenas a la ecodependencia e interdependencia.
Construida sobre cimientos patriarcales, antropocéntricos y capitalistas, la arquitectura de las sociedades actuales pone en riesgo los equilibrios ecológicos que permiten la vida humana (y la de otras especies) y amenaza con provocar un verdadero naufragio antropológico.