The modernist songbook de Mariano Siskind
registra una pasión de lectura. Los libros
amados son recortados, traducidos, alojados en
nuevos entornos, sacados de contexto,
desgarrados, hechos añicos. Se arrancan
páginas; las palabras son traducidas,
transcriptas, rasgadas y rearmadas en collages
textuales y visuales hasta que, de lo que fue un
original, sólo queda la magia, alguna referencia,
algún fragmento; las lenguas poéticas y visuales
se acercan. Los idiomas conviven como se
entreveran las ciudades, las superficies, las
experiencias, los duelos, el deseo. Siskind hurga en el registro de la memoria tensando la
elasticidad de las palabras donde se aloja la
desazón, la emoción, el vacío, la poesía. En esta
mirada, en esta intensidad de lectura, el autor
pone en escena lo que se calla y nos regala
imágenes inolvidables como la de Isabel Archer
caminando por el Abasto. Los modernistas
amados Eliot, Pound, James, H.D, Darío,
Lennon y McCartney, Auden, Rosenberg,
Bowie, Bishop, Wong Kar-Wai y Joni Mitchell,
entre otros son atravesados aquí por la
violencia y el deseo que los vuelve propios y los
enfila en una tradición. Desgarradas,
arrancadas, traducidas, reescritas, las palabras
van dejando una estela emotiva que diseña
recorridos físicos y sensoriales, que invita a un
exilio de significados. En esta travesía, Siskind
señala lo que se pierde en la lengua, nos ofrece
una historia de lecturas íntimas, nos sumerge en
collages, partituras, símbolos. Y nos recuerda
que nuestra subjetividad está hecha de retazos
con los que construimos una tradición propia.
Mónica Szurmuk