Cuartos en varias ciudades del mundo, marcados con un número: cuartos testigos de amores, de soledades que se encuentran y luego siguen el viaje de la vida; cuartos impregnados de emociones fugaces, densas o volátiles... Espacios transitados por sonidos y olores, sentimientos y recuerdos, por la alegría de vivir y la melancolía que da la nostalgia por las pasiones sentidas durante un tiempo; espacios donde la ausencia es presencia a veces ligera, a veces vehemente, donde incluso la muerte se asoma y va más allá, sonriendo al que se ha ido con la satisfacción de haber vivido plenamente la última revancha a la soledad. Celina Dávila nos narra las mil consecuencias del amor y del desamor, con la acertada idea de depositar en habitaciones momentáneamente vacías la historia de cuánto han estado llenas de vida transcurrida, a través de pequeños detalles extraordinariamente intensos...