21 de diciembre 2012.( calendario maya, el fin de una era y el comienzo de una nueva.) En una disciplina y silenciosa oleada, 45 mil indígenas zapatistas (tzeltales, tzotziles, tojolabales, choles, zoques y mames) ocuparon las calles de cinco ciudades en Chiapas: '¿escucharon? Es el sonido de un mundo derrumbándose. Es el del nuestro resurgiendo. El día que fue el día era noche. Y noche será el día que será el día. ¡democracia! ¡libertad! ¡justicia!'- decía su comunicado. La ocupación fue seguida de una serie de comunicaciones del subcomandante insurgente marcos y de otros en nombre del comité clandestino revolucionario indígena (comandancia general del ejército general zapatista de liberación nacional, ezln). Entre esos documentos había(uno que hacer) referencia a 'el tiempo del no, el tiempo del sí', (en el que) los zapatistas hablan del doble ritmo de desarraigo de la transformación social-la destrucción de lo viejo y la creación de lo nuevo-, el cual ha caracterizado a la lucha de la humanidad por la liberación durante generaciones, siglos y, de hecho, milenios. En este sentido, el proyecto y la visión utópica zapatistas se alinean con la dialéctica, la expresión filosófica que ha dado voz a la lucha emancipadora de mujeres y hombres a lo largo de la historia. La negatividad absoluta de la dialéctica fue una revolución en el pensamiento que G.W.F. Hegel forjo bajo el impacto de la gran revolución francesa, y que Carlos Marx transformo en una filosofía de la revolución: la revolución permanente. No es entonces una cuestión crucial que los zapatistas hayan discernido activamente los nexos libertarios implícitos entre sus ideas y acciones, con respecto a las de Hegel y Marx. La dialéctica está en la vida y no sólo en los libros.