Estas cartas, en las que se entretejen el amor y la complicidad, lejos de reducirse al apoyo frente a la adversidad que acompaña los días de Rosa, constituyen un espacio de construcción política. El colonialismo, el imperialismo, las desigualdades entre varones y mujeres son algunas de las preocupaciones que se entrelazan en las cartas con aspectos menos conocidos de Luxemburgo: su placer por la lectura, sus habilidades con el dibujo, su amor por lxs vivientes no humanxs, en especial por las flores, los pájaros y por su adorada gata Mimi. Escritas con el pulso propio de las huidas, los arrestos y el frenesí de la militancia cotidiana, en estos textos se lee una ética del cuidado que abre una dimensión afectiva de la vida política.