Robertita, autora y protagonista de esta novela, ronda los
treinta años. Es arquitecta y tiene trabajo como tal, pero lo
detesta. Vive con su pareja, un punk tardío y familiero devenido
director de cine, que la ama con paciencia infinita y la cela con
igual intensidad. Ella de a ratos lo ama y de ratos lo detesta.
¿Será el hombre de mi vida, el futuro padre de mis hijos?
¿Estamos pasando una crisis, o tengo que cortar ya? Histérica
de manual, Robertita vive para alimentar esa duda. Mientras
tanto, fantasea con las fotos de Facebook o Instagram de varios
otros efebos: Rolando, Gonzalo, Manu, Ernesto... Ernesto,
¡Ernesto!
Con materiales de segunda mano: el chat, los mensajes de
texto, la chicklit, y con diálogos entrecortados, y sesiones de
psicoanálisis chatarra Robertita construye un relato ágil y
liviano, realista y divertido sobre la relación de inmadurez
perpetua, encarnado en el corazón de la estupidez. Y se sabe,
escribir la estupidez no es tarea sencilla.