Es una pesadilla de sólo imaginarlo: volverse loco de a poco y contemplarse a uno mismo volviéndose loco; advertir cómo se van colando en la vida de uno tics y actitudes de tinte patológico que al principio pasan por hábitos caprichosos pero luego anidan en el cerebro convirtiéndose en obsesiones y conductas compulsivas.
Zielinski es una historia extravagante que no tarda en atrapar al lector. Rara vez se ha descrito de forma tan incisiva la decadencia psíquica de una persona.
La novela de Nina Jäckle es un estremecedor policial de corte psicológico. Demuestra de modo admirable cómo la soledad y la fragilidad del ánimo pueden llevar sin más a que alguien pierda el contacto con la realidad, se quede sin empleo, adeude meses de alquiler, pierda el control, se refugie en diálogos consigo mismo. Si uno no habla con nadie, las palabras no dichas provocan caos mental, reconoce Schoch, el protagonista de esta novela. Para él, todos nosotros no somos más que «pequeños engendros de la estupidez, residentes en nuestras cajas». Es asombrosa la forma en que Nina Jäckle logra penetrar una de esas cajas con mirada escrutadora. Y lo que allí se ve no se olvida fácilmente.