En su aparente humildad nos desconcierta cuando leemos los poemas de Ana Rosa González Matute, prolongación de aquella apuesta planeda por Mallarmé hace más de cien años: la página como un cielo estrellado.Tal vez sea la labor de traductora que ha desarrollado esta escritora la que le ha permitido ser tan consciente del valor de la palabra, y de su lugar sobre la página, como la brinza, humilde sí, pero esencial. partutura al fin y al cabo de las fluctuaciones anímicas, estos poemas hay que leerlos pues como se lee la música.