Los relatos presentados en Once mujeres que cuentan erotismo hay que leerlos como si recibiéramos un hermoso ramo de flores raras de muy variados colores, formas y fragancias, que llaman nuestra atención por lo extrañas, y porque no abundan. Por ser precisamente, flores exóticas. Con esto no quiero decir de ninguna manera, que la literatura erótica escrita por mujeres latinoamericanas sea algo raro o inexistente, pues sí existe, y principalmente a partir de los años sesentas del siglo pasado hay ejemplos notables de escritoras de este género literario, en novela y poesía. Pero, esta vez, de lo que se trata es de celebrar la aparición de once autoras, que nos muestran la exuberancia de la vida convidándonos a penetrar en esas aguas revueltas que Eros y Tánatos desde siempre agitan, para contarnos sobre experiencias vitales t transgresoras, de la plenitud e intensidad extremas, que revelan al ser en lo más íntimo, y que a la vez son, en esencia, experiencias amorosas y sensuales, voluptuosas y explosivas, el dolor y la muerte están presentes, pero también tienen cabida las premoniciones, los desdoblamientos y los sueños, la ironía y el sarcasmo, lo misterioso y lo hipnótico, lo sutil y lo poético, lo sorprendente y lo gracioso. Dispongamos pues, a disfrutar la lectura de estos cuentos eróticos como si se tratara de aspirar el aroma embriagador de un ramillete que las once escritoras de Nicaragua, México y Argentina, reunidas en la presente antología, nos ofrecen. Algo que, dentro de la tradición de la literatura latinoamericana no lo encontramos por todas partes, ni tan fácilmente.