Si la ciencia no puede proporcionarnos certeza alguna sobre el futuro de la humanidad, y si no es posible dar por descontado que quien crea que algo habrá de ocurrir inevitablemente luchará por ello, entonces es obvio que se requiere de una dimensión moral que justifique en qué y por qué el socialismo sería deseable. Ciencia y ética o, si se quiere, ciencia y utopía, son dos dimensiones tan necesarias como mutuamente irreductibles de cualquier proyecto político emancipador que se quiera racional.