En sus extensos manuscritos de investigación sobre la teoría de la intersubjetividad, Husserl desarrolló una ontología social que culmina en la idea de una "comunidad de amor". El Estado, en cambio, sólo es tematizado en el marco de su teoría de la facticidad de lo histórico. El desarrollo del mundo intersubjetivo se dirige hacia la perfecta autonomía de la razón. Pero en la medida en que esta teleología se ve amenazada en la práctica precisamente por discordancias enjtre los sujetos, sobreviene al Estado la tarea de ser garante de este movimiento general de desarrollo, por medio del impedimento y el allanamiento racional de conflictos, en un sistema jurídico. En el futuro el Estado, como mera instancia negativa, debe ser relevado por los funcionarios fenomenológicos ("arcontes"). Ellos han de realizar la idea de una cultura filosóficamente fundamentada en la que funden todas las decisiones comunitarias en intelecciones últimas. Este libro muestra que la idea de una tal supresión del Estado presupone una creencia en la omnipotencia de la razón que está insuficientemente fundamentada; en cambio, no ha perdido actualidad la idea husserliana del Estado como marco de autorrealización del individuo limitado mediante normas morales.En sus extensos manuscritos de investigación sobre la teoría de la intersubjetividad, Husserl desarrolló una ontología social que culmina en la idea de una "comunidad de amor". El Estado, en cambio, sólo es tematizado en el marco de su teoría de la facticidad de lo histórico.