¿Son las brujas tan feas como nos contaban los cuentos o nos pintaban las pinturas? ¿Y qué pensar de las hadas, esas bellas señoritas? ¿Son de verdad tan guapas y tan finas? El asunto no está nada claro a pesar de las apariencias, que son unas cosas muy pesadas. Es posible que las estupendas apariencias engañen un poquito.
Pero quizá este libro zanje la cuestión desvelando por fin el alegre secreto de las brujas con sus sombreros, sus verrugas y esos horribles bigotes que tanto espantan a las hadas primorosas. Y si me apuran también podría descubrir el pastel de las bellezas, que tiene gato encerrado.
Hay, sin embargo, un abracadabra completamente seguro: quienes lean y miren estas páginas se lo van a pasar en grande porque en ellas hay mucha brujería. Y el gato, además, se escapa.