"... aqueste no acordarme no es olvido / sino una negación de la memoria", escribió sor Juana al final de uno de sus sonetos. Tres siglos y medio después, Coral Bracho hace de esa "negación" de la memoria capaz de rechazar y ordenar a su arbitrio, y ya descoyuntada aquí por el Alzheimer, su materia de trabajo: la memoria y sus universos paralelos, cables cruzados y uróboros, su simultánea cualidad de archivo vacío y de hallazgo, de avidez de sentido y pérdida de goznes claves, se perciben aquí con la minuciosidad quirúrgica de Bracho, pero, también, con un nuevo estremecimiento. Nada es lo que parece y aparece entre esas voces reconocibles que se intercalan y dialogan en un universo ubicuo, dislocado y regulador que poco a poco se desvanece, ¿un kínder, un sanatorio, un asilo?, para expresar lo que observan, lo que temen y esperan.