Bajo una perspectiva antropocéntrica eurocentrada, la ética está confinada a los límites de lo humano. La deslocalización implícita en los modos de vida urbanos modernos impide familiarizarnos con la naturaleza, que asumimos como un segundo plano homogéneo con lo que carecemos de continuidad. Esta mirada se encuentra tamizada por una criba conceptual colonial que impide y niega el encuentro dialógico con la trama de la vida. En este ensayo, donde resuenan planteamientos de Simone de Beauvoir, Deborah Bird Rose, Vine Deloria, Marcia Langton o Edward W. Said, Plumwood nos comparte un análisis de las estructuras que definen la exclusión radical de las relaciones con el mundo más-que-humano. Al enfocarse en las trampas que tienden los dualismos centristas, que nos impiden vernos como opresores, propone el nombrar como una primer paso para subvertir la instrumentalidad de los imaginarios coloniales noroccidentales y concentrarnos en las relaciones entre territorio y lenguaje.