Aunque resulte tan poco conocido como enormemente olvidado, fue el libro Cuba revolucionaria quien inició una teorización marxistafeminista del trabajo doméstico. Desde La Habana, Isabel Larguía y John Dumoulin comenzaron a difundir su primer manuscrito titulado Por un feminismo cientíco, editado en 1971 por Casa de Las Américas. Sus esfuerzos intelectuales estaban dirigidos a comprender las modalidades de explotación que atañen a las mujeres, así como las posibles alternativas emancipatorias. Su objetivo no era tanto el de agregar una nota al pie a los escritos de Karl Marx y Friedrich Engels sino poner en tensión los límites del marxismo y el feminismo a la hora de interceptar la opresión de las mujeres. La contribución de Larguía-Dumoulin constituye un modo de adentrarnos a los complejos y no siempre armoniosos vínculos entre el feminismo y marxismo, introduciéndonos histórica y políticamente en las tensiones y acercamientos que se produjeron entre feministas y otras organizaciones de izquierda en América Latina y El Caribe. Este ensayo -merecedor del Premio Fondo nacional de las Artes de Argentina- es decididamente polifónico. Está hecho de retazos de memorias, de escritura feminista que actualmente goza el estatuto de archivo, discursos historiográficos, análisis teóricos, declaraciones sociales y renovados estudios cubanos sobre las mujeres. Mabel Bellucci y Emmanuel Theumer