Para elaborar los Autos Sacramentales, los dramaturgos del Siglo de Oro español tomaban ideas de la historia contemporánea, de la Sagrada Escritura, de la fábula o de la leyenda. Generalmente los personajes eran meras abstracciones: la Soberbia, la Envidia, el Amor Divino, la Muerte, la Gracia. La trama, sencilla, estaba al alcance de las muchedumbres que escuchaban atentamente los bellos diálogos escritos en versos sonoros y galanos. El espectáculo terminaba con el triunfo de la Eucaristía sobre las miserias y torpezas de la vida.