Sin duda alguna, la crítica marxista del Estado es válida, y está dirigida no sólo contra cualquier Estado burgués sino contra cualquier Estado, ya que todo Estado es un Estado de clase: el de la clase dominante. Tanto Marx como Engels, además de denunciar la economía política de la burguesía, soñaron con un porvenir en el que no existirían ninguna economía de tal naturaleza, ningún poder, ni el trabajo ni el ocio, ni la ciudad ni el campo. Así, la utopía marxista se encuentra con la de Fourier, mientras la realidad contemporánea la niega: la ciudad moderna, sede e instrumento del neocapitalismo, se hace cada vez más monstruosa y la historia moderna no ha visto la anunciada desaparición del Estado. Toda sociedad lleva en sí su Utopía, pero ahora sabemos que, para salvarla, no basta una simple planificación de las fuerzas productivas. Henri Lefebvre aborda el tema y la problemática urbanística a la luz del marxismo. Éste es el resultado.