La poesía de Noni Benegas (Argentina, 1947) es concisa y depurada; su elegancia implica un extremo distanciamiento del objeto. Sin renunciar a la ironía crítica o a la parábola iluminadora, sus versos exploran en el lenguaje, la música de las palabras, las voces del paisaje, para desvelar fragmentos de identidad. Es, a un tiempo, minucioso recuerdo y formulación filosófica, mucho más rica de elementos. Benegas quiere desentrañar en sus versos uno de los misterios más agudos de la poesía, un enigma a cuyo origen resulta incómodo remontarse: el gozo y fecundidad de lo inefable.