Uno de los apremios que impone el pensamiento decolonial no sólo es la interrogación frontal que produce, sino el efecto que acontece cuando una y otra vez se entromete en cada producción, en toda lectura: el problema con el pensamiento decolonial es el de no poder suscribirlo sin consecuencias. Walter D. Mignolo, una de sus principales plumas, no es la excepción. En su obra encontramos una serie de conversaciones, tal como él mismo las llama, que forjan un recorrido al fuego de la pérdida, o mejor dicho, del desprendimiento de no pocas referencias, lugares seguros para quien a finales del siglo XX estaba ya dotado de investiduras universitarias prestigiosas, que poco a poco mostraron su incapacidad para saldar una condición geopolítica naturalizada. La obra de Mignolo es la historia intelectual de una experiencia que se hace "con bronca", como él suele decir, que atraviesa su forma de pensar y crear, pero en mucho de sentir, en la piel, el extrañamiento de estar fragmentado por historias locales conflictivas y contradictorias.