En hacia una teoría de la arquitectura, el arquitecto y académico Luis Vaisman busca aportar a la construcción de un pensamiento esencial sobre la arquitectura a partir de una toma de posición teórica radical: lejos de darla por sentada, comienza por cuestionarse la razón de su existencia, asociándose, de ese modo, a clásicos como Norberg-Schulz (Intentions in architecture) o J.R. morales (arquitectónica II), que acometen definiciones epistemológicas equivalentes. En efecto, Vaisman sostiene que existe un conjunto de preguntas que apuntan a resolver las problemáticas en torno a la arquitectura: ¿qué papel juega la arquitectura -y, por ende, el arquitecto- en la sociedad?, ¿cómo se relaciona la arquitectura con otros quehaceres en el mundo contemporáneo?, ¿cómo debe prepararse un arquitecto, es decir, cómo debe enseñarse arquitectura? Sin embargo, Vaisman advierte que se trata de preguntas de "segundo grado", pues su resolución "requiere previamente haber aclarado la única pregunta que indica el camino en que deben cuestionarse las demás, y abre la posibilidad de una respuesta para ellas. Esa pregunta, que he llamado "de primer orden", que [_] ataca lo más profundo y -por ello mismo- lo más abarcador del problema, es: ¿qué es arquitectura?". La radicalidad de Vaisman consiste en asediar esta pregunta premunido de herramientas conceptuales fraguadas en el crisol del humanismo. Afirma: "es obvio que la arquitectura, el espacio arquitectónico creado por el hombre, no surge del aire, sino que lo hace el hombre para sí. Esto quiere decir que el hombre, antes de la arquitectura, tiene una vivencia del espacio y que esta vivencia será "arquitecturizable". La arquitectura debe surgir, pues, de un modo de ser esencial del hombre. Nuestra investigación se orienta, por ende, hacia el develamiento del origen de la arquitectura, que permanece siempre en el corazón de ella, permitiéndole ser lo que es. Este es el problema, a nuestro juicio, fundamental de la teoría de la arquitectura".