Como latinoamericanos ya que nos ha tocado nacer en este grupo geográfico-cultural de la humanidad presente debemos comprender, debemos saber situarnos en ese hecho cada vez más próximo y autoevolutivo, que se denomina Historia Universal. El «mundo de la vida cotidiana» está enmarcado necesariamente en ciertos condicionamientos socio-históricos que el hombre de la calle y aún el científico positivo recibe y «vive» ingenuamente. Es decir, las estructuras más profundas de su conciencia concreta, de su existencia cotidiana y presente no son nunca objeto de su saber, de una investigación científica. Se admiten elementos culturales que no se han criticado, y que espontáneamente se utilizan, ejercen y no se cuestionan. Y, sin embargo, dichos elementos culturales, dichas estructuras cuasi a priori comunitarias e históricas, pueden ser analizadas, y en ese momento la existencia se transforma, se modifica radicalmente, de una manera «conciencia de algo» se trasciende a una «conciencia de la conciencia» misma, a una autoconciencia. Es decir, de un mero vivir ingenuamente se pasa a un vivir críticamente, a una autoevolución adulta.