Es evidente, como decía Adorno, que nada relativo al arte es evidente. Para nosotros los estudiosos de la Historia de la Estética esto puede significar que, como es patente, no sólo las prácticas artísticas han ido variando considerablemente a lo largo del tiempo sino que también lo han hecho los parámetros desde los cuales nos ha sido dado pensar y ordenar nuestra sensibilidad estética e incluso nuestra eventual productividad artística.