Este libro es una denuncia despiadada, una crónica estremecedora de una lucha donde la supervivencia misma, unida a la rebelión diaria, sólo puede ser comprendida al sumergirte en las líneas de este diario, el cual las personas presas que lo han leído se identifican plenamente con lo que nos narra Xosé. Hemos observado detenidamente más que la mirada, la expresión de los ojos de personas que han estado encarceladas y le conocieron. Como les brillan al ver este libro. Lo han leído y mantuvieron contacto con él dentro del presidio, y eso nunca lo olvidan. Jamás olvidarán como uno de sus hermanos plasmó con toda la crudeza el odio que la institución carcelaria inflige a lxs condenadxs, y por lo cual acabaron con su vida de una manera cobarde, repugnante y miserable. Esa mirada, en un primer instante tierna e inocente como la de un niño al recordarle con cariño, se torna despectiva y rabiosa al saber que ya no está entre nosotrxs. Como agarran el libro como si fuera una reliquia que les devuelve al pasado y te dicen: ?Yo le conocí, estuvimos juntos en Daroca??, esas vibraciones que se desprenden en esos míseros segundos, te confirman sin ninguna duda lo mucho que este libro significó y significa para muchas personas. Tanto dentro como fuera de los muros de las prisiones.
Aquí se puede leer con pelos y señales, la hipocresía de la rehabilitación carcelaria, la tortura a las personas presas que no se dejan doblegar, la complicidad de la casi totalidad de políticxs, abogadxs, juezxs, psicólogxs y médicxs de manera cristalina; y de la mayoría de la sociedad de manera inconsciente pero a la vez igual de culpables, del encierro de personas rebeldes, pobres y de lxs que molestan y ?afean? las calles de los pueblos y de las ciudades, para encerrarlxs en los zulos del estado. Lo que aquí se nos describe no es una historia cualquiera de una época cualquiera, es una realidad palpable que continua a día de hoy: las cárceles siguen vomitando cadáveres todos los meses, en ese gran vertedero de seres humanos con el que, por medio del miedo, mantienen sumisas a las masas.