La obligación de ser genial es un pasaje a la central de operaciones de uno de los
proyectos más personales de nuestra literatura. Betina González ha captado el corazón
secreto de la escritura y lo ilumina apostando a la fuerza liberadora de la imaginación.
Con una claridad apasionante se pregunta de qué manera nos relacionamos con los
libros que escribimos y leemos. Desde el origen de una historia hasta el momento en
que esa historia pasa a formar parte de la vida del lector hay un entramado, y ella lo va
rastreando como si las palabras fueran pasos. La emoción, el ritmo, el misterio de los
textos vuelven a oírse en estas páginas mientras la biblioteca de siempre se reordena y
se despliega una colección prodigiosa de subrayados. Cuando comenta los ensayos de
Ursula K. Le Guin y Shirley Jackson, la autora dice que leerlas es parecido a escribir
con ellas. La misma magia ocurre con su libro. Como el estilo se nota en todos los
géneros, aquí también cautiva, también deslumbra