Guionista, profesor e investigador, Xavier Robles define en La oruga y la mariposa los rasgos que caracterizan a cada género cinematográfico, bajo dos rubros generales: los géneros dramáticos realistas, y los géneros dramáticos no realistas. Así, en la primera parte, el autor acepta las categorizaciones tradicionalmente manejadas respecto a los géneros dramáticos realistas: tragedia, comedia, tragicomedia y pieza, pero las redefine según criterios más idóneos, menos excluyentes y más precisos. En la segunda parte hace lo propio con los géneros no realistas: farsa, melodrama, melodrama social y cine fantástico. En el interior de cada una de estas categorías se abordan los géneros propiamente cinematográficos, como el cine épico, el cine de carácter histórico, político y social, el western o el thriller, sin soslayar en el análisis las películas mexicanas que se insertan en ellos, ni tampoco aquellos géneros propios de nuestra cinematografía, como la comedia ranchera, la tragicomedia nacional, el cine de luchadores o el cine político mexicano.
Todas estas categorizaciones son desmenuzadas según lo exige la cinematografía, estilo o película tratada, pues en el caso de los géneros cinematográficos encontramos subgéneros e híbridos cinematográficos, que a su vez pueden o no convertirse en géneros, estilos y aun en corrientes cinematográficas nuevas. Esos estamentos generales dan espacio a definiciones genéricas cada vez más específicas y, en algunos casos, novedosas: el cine cambia, las descripciones genéricas que lo clasifican deben modificarse en consecuencia, aunque no fuera sino para poder evaluarlo de manera adecuada.
De manera concomitante, hace un recordatorio constante a la deuda que el séptimo arte tiene con el teatro y la literatura en general, y una revaloración a la labor del guionista como uno de los autores plenos del hecho fílmico, a contracorriente de la costumbre, las maneras del cine industrial, y hasta la ignorancia, que han injustamente subvalorado su función.