Mientras el agua sube y trae cosas: muebles, bolsas, animales vivos y animales muertos, basura, plantas, bultos una niña ve todo desde la ventana de su casa. Y cuando es de noche, cuando el agua es tan negra como la noche, cuando la creciente se lleva hasta los postes de la luz, lo que no ve lo escucha; lo que no sabe trata de entenderlo reinventándolo. En ese barrio cercado por la inundación, los chicos se refugian en juegos y enciclopedias y cuidan a una rata preñada. Los adultos son figuras que a veces se agigantan y a veces se vuelven pequeñas, sombras chinas acechantes en las paredes tomadas por la humedad. La última crecida, de Yanina Gómez Cernadas, es una historia de iniciación entrañable, escrita con mucha belleza y hondura. Selva Almada