Los cuentos de Las invitadas -elogiados por Italo Calvino y Borges- son una ventana abierta a un mundo frágilmente cotidiano y, por eso, tan extraño como perturbador. Lo fantástico, casi imperceptible, penetra en lo real y se pliega, con claroscuros, a través de objetos, metamorfosis, figuras fantasmagóricas y recuerdos borrosos que plantean la aparición de la duda, de lo monstruoso, de lo inexplicable. En el cuento que da título al libro, la mirada infantil de Lucio deja entrever encuentros clandestinos con siete misteriosas invitadas que representan la transgresión de los principales preceptos morales. El diario de Porfiria es un testimonio mágico, infernal, de la transformación de su institutriz en gato. La imagen de una mujer cubierta de velos y de escapularios surge, terriblemente nítida, en el retrato desdibujado del moribundo Valentín Brumana. Cuarenta niños sordomudos, tras un accidente aéreo, se arrojan al abismo, con alas, y desaparecen. Relatos inquietantes en los que Silvina Ocampo, con su rigurosa imaginación y un equívoco matiz de ingenuidad y ternura, logra "mostrarnos el cielo para precipitarnos en el infierno".