Uno de los primeros efectos sorprendentes que produjo la pandemia fue la profusión de respuestas provenientes del ámbito filosófico. Se les consultó a muchos filósofos célebres qué opinaban sobre el coronavirus y la situación actual (otros se largaron a opinar por su propia cuenta); pero no es seguro que hayan respondido en calidad de filósofos (tienen todo el derecho del mundo a no hacerlo), pues no parece que hayan realizado un gran aporte al pensamiento ni hayan excedido lo que más o menos cualquiera podría decir al respecto. No solo por la inmediatez o la sorpresa que puede generar el desencadenamiento inesperado de un proceso viral de tal magnitud, que modificará sin dudas como lo está haciendo nuestros hábitos y formas de relacionarnos, sino porque se ha venido desdibujado desde hace tiempo la función práctica de la filosofía, hoy más necesaria que nunca. ¿Qué es la filosofía práctica? La filosofía práctica es por esencia materialista, en principio porque sabe escuchar en lugar de largarse a opinar sobre todo. Así lo expresaba Althusser: Los filósofos idealistas hablan para todo el mundo y en lugar de todo el mundo. ¡Claro! Creen que están en posesión de la Verdad sobre todos los asuntos. Los filósofos materialistas, en cambio, son silenciosos. Saben callarse, para escuchar a los otros. No creen estar en posesión de la verdad sobre todos los asuntos. Saben que solo pueden llegar a ser filósofos de a poco, modestamente y que su filosofía les llegará desde afuera: entonces se callan y escuchan. Ese afuera nos está llegando y atravesando más que nunca en nuestro confinamiento forzado. Por eso, para elaborarlo y pensar cómo nos afecta, no solo escuchamos y callamos, sino que también escribimos y compartimos lecturas: práctica fundamental de la filosofía materialista.