Tan contundente es la poesía de Vivanco, que cada verso la representa; elijo dos: todo respira
incendio y ella se pudre en sueños; son apenas señales de una selva interior donde hierve su marmita
de fuego derretido. Con datos pálidos, hilachas del bosque, fulgores que duran un parpadeo, arma
una y otra vez la historia de una niña que posa sus enormes ojos en las «huellas carnívoras» de
la noche... Poeta de la videncia, Vivanco trabaja con paisajes exuberantes y devastados, donde el
amor y la muerte abrevan en la misma poza. Así, la urdimbre de sus imágenes incorpora paisajes
astillados, naufragios, cacerías, pesadillas, pero también la vehemencia del erotismo, la exaltación
de lo vital y un amor que es vocación y esmero
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