A Tilsa Otta hay que leerla entera, porque la suya es una obra única, llamativa, distinta a todas las demás. No hay una línea de lo que Tilsa escriba que no deba ser leída. Es lista, original, juguetona, brillante, dulce, sagaz, ágil, liviana, colorida y rica en sentidos. La suya es una poesía que está ahí, a la vista de todo, pero que además revela algo que viene de algún otro lado. ¿Cómo lo hace? A Tilsa hay que leerla y releerla, estudiarla, tratar de entenderla y resignarse a ser envuelto por su energía misteriosa. Celebremos, no muy a menudo se tiene el privilegio de ser contemporáneos de una de las más grandes poetas de nuestra lengua. Con Tilsa nos pasa eso.