Este libro es un experimento en dos frentes: primero, enfatiza la necesidad de que las mujeres sean parte de la agenda del periodismo, pero habla de ellas por fuera del formato del enfoque de género, proponiendo simplemente un periodismo riguroso; y, segundo, rompe con las formas tradicionales del reportaje, con lo cual cuestiona que se entienda el periodismo como una técnica sin más. Los cuatro perfiles de mujeres poderosas que conforman este libro --banquera central, defensora de derechos humanos, matriarca indígena, líder estudiantil-- siguen su propia receta y no la de un compendio fatigado del oficio.