La extraordinaria novelista Charlotte Brontë, autora de novelas tan célebres como Jane Eyre y de obras maestras como Villette, tuvo como primera pasión literaria la lectura de poesía, genero al que dedicó sus primeros esfuerzos creativos. Desanimada por uno de sus ídolos (el poeta hoy medio olvidado Robert Southey), que no consideraba buena idea que una mujer se dedicase a escribir poesía (pese a que reconoció la facilidad que tenía para la versificación) y mucho menos a difundirla, Charlotte se lanzó a publicar sus creaciones con el seudónimo de Currer Bell, en un volumen conjunto con sus dos hermanas.