Los inmigrantes asentados en Güémez y Padilla (Tamaulipas) se caracterizan por una salud robusta que pronto se doblega ante las exigencias de un entorno laboral muy demandante.
El trabajo a destajo, el estrés ocasionado por los problemas de subempleo, desempleo, impredecibilidad en los ingresos, el clima de violencia e inseguridad y el alejamiento de la familia generan en los migrantes trastornos psicológicos que les provocan insomnio, falta de apetito y migrañas. Los riesgos laborales de carácter medioambiental (la insolación, la contaminación del agua de consumo humano y el uso de agroquímicos) provocan mareos, vómitos, diarreas, hipotensión arterial, somnolencia e irritación de los ojos.
El aislamiento social y la necesidad de incrementar el rendimiento laboral para generar más ahorro, favorecen el desarrollo de conductas insanas. Algunos jornaleros migratorios consumen drogas para tolerar mejor el cansancio y rendir más en el trabajo.