La construcción de pequeños mundos en la literatura dramática es un reto al que no se puede sustraer el dramaturgo consolidado. Aquí, a partir de cuatro personajes, la autora nos revela un mundo sórdido que tratamos de ignorar por propia conveniencia. El título reúne una serie de textos breves que cuenta cuentos de hadas podridas, fermentadas en su propia miseria, sentadas en sus pequeños mundos, sórdidas pero cargadas de poesía silenciosa, efectivas ante la posibilidad del montaje. Como dice uno de los personajes, cuando se ve descubierto por otro al citar un poema de Benedetti: la poesía no es de quien la escribe sino de quien la necesita.