Los cuentos de este libro se enfrentan directamente con la idea de que el erotismo es o puede ser o debe ser inofensivo. Se ríen de un sentido común donde el placer está vinculado con el bienestar, la sanidad o la confianza. Se amigan con la incertidumbre de que hay algo en nosotros que no puede elegirse y asumen la sexualidad como un camino de autodescubrimiento, donde es imposible saber a priori lo que te gusta o te gustará. (
) Las narradoras de estos cuentos que son una y es muchas al mismo tiempo recorren el mapa de su sexo exponiéndose al riesgo, con la libertad suficiente para decir, para hacer el ejercicio de volver expresable la experiencia monstruosa del deseo.