Atrévete a vestir alguna de estas máscaras, deshazte de prejuicios, fluye a otros ritmos, diviértete y déjate atrapar, entonces verás que el convertirte en pieza de caza resulta un placer cuando se trata de un juego. Ésta es la invitación que te hace Artimañas, un libro de relatos fantásticos escritos a modo de thriller, con acción, suspenso e intriga. Requiere del lector una doble desprevención: la que permite acceder a cualquier ficción literaria y la que se necesita para picar el anzuelo y elevarse desde ella a un nivel superior de reflexión. Está formado por 11 trampas ejecutadas por personajes poéticos misteriosos y salpicadas de pequeños trucos: algún acertijo, algún acróstico, muchos enigmas, imágenes, referencias o citas veladas, en fin, guiños que obedecen a una emboscada fundamental, la del pensamiento, porque Artimañas es en verdad una Filosofía del arte en cuentos. Cada uno de ellos aborda el proceso de creación desde diferentes perspectivas, incluso desde diversas artes, mostrando cómo la actitud estética genera toda una red de sentido que contrasta con los criterios de utilidad, apropiación y dominio que predominan en la sociedad. Una visión paradójica, en la que para ser hay que dejarse ser, porque en el arte las relaciones entre forma-materia, mente-cuerpo, creador-criatura se intervienen o se vuelven bidireccionales, constituyendo un ámbito en el que todo interpela a todo y que sirve para comprender que sin el reconocimiento de nuestros propios límites, es decir, sin respeto a lo otro jamás subsistirá lo espiritual y, por tanto, la humanidad. Tal vez por eso, de tanto perderse en lo otro y volver a encontrarse, el ejercicio del arte permite finalmente descubrir nuestro lugar en el universo, puntual y a la vez fluyente, esa identidad que todos necesitamos y que los últimos tiempos nos han querido negar. Y recuerda que en la Flor de cristal está la llave