La publicación de un libro de cuentos siempre será una alegría. Cuando estas historias pertenecen, además, a la literatura de género, es una doble celebración. Entre los muchos motivos para lo anterior, los principales son la amplia tradición cuentística en nuestro país explotada sobre todo desde el siglo pasado; otra razón es que la literatura de género, tan vilipendiada desde sus inicios, ha ganado el lugar que le corresponde entre las letras y va ganando cada vez más espacios y lectores.
Con este preámbulo, me dispongo a abordar el libro en cuestión: Somos para la oscuridad, de mi querida amiga y colega Daniela Villarreal Grave. Estos doce relatos protagonizados en su mayoría por mujeres jóvenes o niñas reflejan una profunda insatisfacción con la realidad que habitan. Estas historias están pobladas por recuerdos y son narradas desde voces que evocan infancias rotas, quebrantadas por distintos tipos de violencia. Son un caleidoscopio de miradas sobre sucesos sobrenaturales que forman parte de mundos similares al nuestro.
Extracto del Prólogo Contemplar la negrura de Lola Ancira