Compuesto por 35 poemas, Temporal de azucenas es una persistente lluvia de figuras poéticas precisas, de versos que nos moja, nos quema, nos hunde, nos raja, desde el primer poema. Una de las virtudes más sólidas del poemario es la forma en que, valiéndose de una autenticidad diáfana, mantiene la calidad de cada poema. Así, va de un tema a otro sin causar la sensación de una búsqueda obsesiva por hablar de algo distinto. Cuando lanza consignas a una María llena de rabia, no se espera quien la lee que arribe sin intermedio a un padre que le lleva a pensar en el amor. Sin embargo, Citlalli lo hace y, lejos de resultar un recurso disonante, es una elegante forma de establecer, desde las primeras páginas, que no se está frente a un poemario panfletario, que no es ella una atizadora de rechazo.