¿Cuál es la sustancia del cine? Sigfried Kracauer respondió esta pregunta fundamental de la estética cinematográfica afirmando que lo esencial del cine no se encuentra en las historias narradas sino en las sensaciones, en la materialidad transitoria de las impresiones vivas que este arte proporciona. Los estudios que se presentan en este libro abordan, en mayor o menor medida, este crucial problema estético, lo que les otorga, pese a la apariencia de heterogeneidad, la unidad de enfoque que permite articularlos o guiar la secuencia. En la primera sección, con la mediación de conceptos tomados de Merleau-Ponty, Deleuze, Pasolini, Eisenstein, Tarkovski y Bergson, se deja constancia de la toma de partido por la inmanencia. La segunda se desdobla en dos pares, y trata la obra de cuatro grandes maestros de la cinematografía universal. Se inicia con una indagación sobre Solaris de Andrei Tarkovski, y sigue con otra sobre La naranja mecánica de Stanley Kubrick; dos films que son, a la vez, la celebración y la lápida de un género, en tanto nos ponen frente a la crisis de su propia apariencia. La ciencia ficción y el horror son pretextos de los que se valen estos creadores para proponernos sus universos visivos. El siguiente par se ocupa de obras de dos realizadores indispensables: Peter Greenaway y Werner Herzog, en las que puede leerse la autoconciencia crítica de la cultura posmoderna europea. Pero lo esencial en estas creaciones son las imágenes, no las historias. La tercera y última sección propone, en la búsqueda de identidades/diferencias de la cinematografía argentina, una posible interpretación de un breve corpus de films del cine nacional, en el que se observa un pensamiento audiovisual sumergido entre lo narrativo y la percepción, con una lógica de la sensación que invita al espectador a navegar por la geografía de los confines naturales, sociales y estéticos de las tierras del sur, pero vistos y oídos con los sentidos del sur.