El debate sobre el desarrollo sustentable se ha extendido al campo de la educación. Esto ha sido resultado sobre todo de la declaratoria del Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sustentable (2005-2014), si bien la controversia se había iniciado desde mediados de la década de los años noventa, sobre todo a partir de la circulación del documento base mediante el cual se convocó a la conferencia Internacional sobre Ambiente y Sociedad: Educación y Conciencia Pública para la Sustentabilidad, convocada por la UNESCO y el gobierno de Grecia, en Tesalónica en 1997. Diversas posturas a favor y en contra dentro de la comunidad los educadores ambientales han nutrido con variados puntos de vista este debate. Un debate que no se restringe a defender la identidad del gremio, ni a recursar sin fundamento una propuesta institucional encabezada por la UNESCO. Se trata de una disputa por la construcción del tipo de sociedad al que aspiramos. Asunto en el que los procesos educativos desempeñan un papel de primer orden. Como quiera, con el pretexto de la década se ha reactivado una discusión que era necesaria dentro del campo de la educación ambiental, desedimentando numerosos tópicos que requerían ser revisados a profundidad, no sólo debido a la lábil y vertiginosa realidad de los tiempos actuales, sino por los precarios resultados de los procesos educativos de cara al problema del progresivo deterioro de nuestro entorno vital. Dichos resultados han sido consecuencia de numerosos factores, nos corresponde revisar por qué los procesos educativos han operado dentro de la gestión ambiental con una perspectiva eminentemente instrumental. Y, por qué en la gestión educativa, la educación ambiental ha terminado por acomodarse dentro de la castrante estructura de un currículo que ya ha perdido todas sus posibilidades heurísticas. Un currículum escolar, como la Escuela misma en su conjunto, que requiere también una revisión de fondo porque los valores que trasmite son insustentables. Sin embargo, la respuesta a todo esto no es la educación para el desarrollo sustentable y algunas de las razones que convalidan esta postura se encuentran en este libro. Así, esta obra reúne a once distintos autores de México, España, Canadá, Australia, Sudáfrica y Nueva Zelanda que exponen sus puntos de vista sobre las implicaciones de la educación para el desarrollo sustentable, sobre el propio Decenio de Naciones Unidas y sobre el campo de la educación ambiental. Son trabajos indispensables para quienes se encuentran en estas tareas o pretenden adscribirse a ellas. Son trabajos críticos también para los educadores en general, pues este debate trasciende este campo e irradia consecuencias para el campo social en su conjunto.