Los movimientos forzados de personas a gran escala desafían los proyectos de los Estados de asegurar la manejabilidad y productividad de sus poblaciones. Por ello, históricamente los gobiernos de los países dominantes y grandes receptores de migrantes y refugiados han usado dispositivos biopolíticos como la raza y la clase para excluir a aquellos que consideran como "indeseables" La narrativa hegemónica presenta a México como un país generoso hacia los extranjeros y de puertas abiertas para los refugiados. sin embargo, un análisis a fondo permite ver que a pesar de su pasado colonial, de ser una nación tradicional de emigrantes y de que a lo largo de su historia nunca ha recibido contingentes significativos de extranjerosha seguido la línea de países tradicionales de inmigración (como Estados Unidos) y ha tenido, desde sus inicios como país independiente hasta la actualidad, leyes y políticas migratorias y de asilo no sólo restrictivas, sino también racistas y clasistas. En el México contemporáneo, estas prácticas juegan un papel fundamental en la producción de un derecho humano al asilo vacío, sistemáticamente irrealizable para las personas con necesidades de protección internacional.