Integrantes de una comunidad vascongada novohispana, a través de la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu de la Ciudad de México, desde los albores del siglo XVIII, canalizaban parte de sus caudales para realizar obras pías. Lo notorio y sorprendente fue el inusitado interés de miembros de esta comunidad para instituir un colegio para mujeres, bajo los auspicios de la cofradía referida.
Tras un proceso de reflexión en el caminar histórico del siglo XVIII, reconocieron que toda mujer tenía el derecho de adquirir conocimiento en el más amplio sentido de la palabra. La mujer tendría valiosas herramientas intelectuales para destacar aun en medio de adversidades y de prejuicios.
En 1734 se colocó la primera piedra de la que sería la gran institución educativa proyectada, que en 1867 sería inaugurada con la debida solemnidad y entusiasmo, al recibir en ese momento a sus primeras 70 alumnas. Inicialmente tuvo por nombre: Real Colegio de San Ignacio de Loyola, Vizcaínas. Han transcurrido más de dos siglos y medio desde su creación y aún continúa con su labor educativa.