Seg Cabrera, fotógrafo de prensa, regresa a Buenos Aires tras resultar herido cuando cubría las manifestaciones contra el G-20 en Londres. Cuando llega a casa, comprueba que su mundo se desmorona de repente. Su mujer le ha dejado y no le queda más que el trabajo en el diario, y el aluvión de recuerdos que se derrumba literalmente sobre su cabeza en el apartamento vacío. Un pasado que él había ignorado, y con el que ahora se da de bruces. Todo lo reprimido y olvidado surge incontenible, para devolverle al pozo y allí señalarle las ruinas: de su vida, de su familia, de su ciudad, de su tierra.
Relato de la circunstancia de un personaje y al propio tiempo precisa metáfora de la historia de los países que se niegan a enfrentar su pasado, El pozo y las ruinas es un arriesgado ejercicio formal plagado de collages, entrevistas y textos que se introducen como un comentario paralelo a una historia bella y trágica. Y, sobre todo, muchas y bellas imágenes que poseen un valor esencial, pues no por azar es fotógrafo el protagonista de la historia. Observar, ver lo que no se ve a primera vista, es la propuesta radical de esta novela que trata justamente de la complejidad de la mirada en el ser humano.
La experimentación no es aquí un mero juego de artificio, sino una herramienta que añade dimensiones novedosas a un relato que se enfrenta a lo que no se puede o quiere mirar. Ésta es una gran novela, una obra literaria de una enorme magnitud, y también un alegato estremecedor.