En este libro hay mucha invención, poca revelación. Hay experiencias. Hay instantes. Hay voces que acaparan las páginas. Propias y ajenas. Pérdidas y encuentros. Páginas que hablan e intercambian tonos. Es una agenda donde caben muchas historias. Entonces es un libro de historias fragmentadas. De tendencias y tentaciones. Quien lo lee hace un largo recorrido por versos que se reproducen y por una prosa que se mueve y se hace detención, que se estaciona en medio de un diálogo, en la intemporalidad de dos o más sujetos que recorren un largo trecho.
Para comenzar tuve que encontrar mi nombre, dice la voz que luego se hace muchas voces en un coro polifónico.
Es la vida de un grupo de imágenes, porque los personajes, sus voces, son recurrentes. Son personajes que se asoman. Se miran con la emergencia de un tiempo que logra estancarse en quien viaja por todo el libro, desde el comienzo hasta el final.