Hacia mediados de 2020, luego de consolidar y ordenar sus territorios, los pueblos comenzaron a volcarse hacia afuera, rompiendo el cerco represivo y mediático que los poderosos habían tendido para inmovilizarlos. Los primeros en activarse fueron los pueblos originarios: en el Cauca a través de la Minga Indígena, Negra y Popular; en Chiapas con la iniciativa de una gira mundial que comienza en Europa; los mapuche acelerando la recuperación de tierras urbanas y periurbanas. En cierto momento, esos primeros movimientos se convirtieron en avalancha. El masivo desborde desde abajo de las juventudes colombianas es el ejemplo mayor de este profundo viraje de los pueblos, aunque hay muchas acciones que no recogen los medios del sistema estamos ante un nuevo activismo, plebeyo, sin caudillos ni vanguardias, lo que permite desplegar toda la potencia de la creatividad antisistémica que sigue viva en los pliegues y hondonadas de los pueblos.