Una vez le preguntaron a PITA AMOR (México 1918-2000) que cómo podría definirse. Su respuesta, telúrica, fue: «¿Cómo puedes definir a las Cataratas del Niágara?, ¿cómo puedes definir los terremotos, los cataclismos?, ¿cómo puedes definir las hemorragias de sangre, las vorágines?, ¿cómo puedes definir al firmamento? Pita Amor no se puede definir, Pita Amor es in-fi-ni-ta, no tiene principio ni fin».
Un peso de flor de plomo, de catarata de fuego congelado, de contradicciones geniales, de misterios sin deshojar que esperan en cada libro, en cada verso de Pita Amor, la Señora de los Huracanes.