Vago espinazo de la noche no es un libro gentil con sus lectores y lectoras, quizá todo lo contrario; es un libro que cuestiona e incómoda porque invade nuestra intimidad con aquello de nuestra cultura que no siempre queremos o podemos aceptar en nuestro espacio privado, en nuestra conciencia. En este sentido, entrar a las fauces del libro, en el acto individual de sentarnos a leerlo, nos obliga a encerrarnos en el espacio invisible de la ficción que, al mismo tiempo, nos fuerza a observar, a través de una focalización cruel, los rasgos ocultos de nuestro ser colectivo.